Había bajado presuroso las escaleras y estaba ya abriendo el portal cuando noté una extraña presencia.
Al momento giré la cabeza para ver quien era, y ahí estaba, al lado del ascensor. Era mi abuelo, que había muerto hacía mas de 40 años.
-Hola Rogelio, vengo del mas allá para decirte que, al igual que tu padre y tu madre, yo también tengo el SIDA.
-¡¡Pues os jodeis todos, a mi no me vengais contando vuestras penas!!
En ese preciso instante, Julio bajó la cabeza, sostuvo la frente con la palma de la mano y al mismo tiempo que desaparecía susurró:
-Puto retrasado mental